domingo, octubre 14, 2007

¿Que Ves Cuando Me Ves?

Fotografía: Mauricio Morón

Luca Prodan: "Cuando tenia hambre hacia paté... paté de paloma, la paloma de la paz, -ha ha ha-, se lo dí de comer a lo hippies...y les gustó...!!!

¿Existe algún otro ser capaz de representar un sentimiento tan bondadoso y tan malévolo a la misma vez ?
Siempre permanece ahí... no le importa que un balcón de cemento o un nicho de alguna construcción hayan reemplazado su hábitat natural. Y allí está... perfectamente inmóvil espiándonos por la rendija de ese hueco, mirándonos con esos ojos tan amenazantes que seguramente habrá heredado de algún ave rapiña prehistórica.

No es casualidad que todavía se haya mantenido con vida en nuestro mundo urbano. Y su esfuerzo por mostrar su incómoda presencia es mucho mayor, cuando la cantidad de pobladores se incrementa. Por ejemplo, en grandes urbes como Buenos Aires, ellas no tienen problema para sobrevolar a tan pudorosos centímetros de distancia de cualquier persona, y no consideran necesario levantar vuelo, hasta ese mismo instante en que alguien ya planea hacerles daño. ¿Porqué semejante atrevimiento?

A veces, merodean los bancos de las plazas públicas para mendigar a precio de migas, y si no estan allí, se refugian en el recoveco que ningún arquitecto pensó que invadirían.
Y una vez acomodada en su nido, procede a seguir mirando con esos ojos como va transcurriendo el trayecto de nuestra agitada evolución. Parece no agradarle demasiado, pero se adapta fácilmente al medio que cree pertenecer, y permanece aunque no deseemos su existencia.

Cuando la vemos corretear por nuestros alrededores, nos provocan un extraño sentimiento de ternura, pero al mínimo contacto que invade nuestra intimidad, nos hace retrotraernos hacia el otro extremo... el de la repugnancia, buscando la imperiosa necesidad de estar a una distancia más lejana de la que antes deseábamos.

¿Por qué esta criatura nos despierta tal fenómeno de las contraposiciones?
Tal vez tenga algo que ver el cristianismo espiritual que tanto mamamos. La iglesia siempre se sirvió de ella para utilizarla como un ejemplar símbolo de la paz y la libertad, pero al mismo tiempo, su presencia adquiere una forma simbólica de plaga dañina para el techo de las grandes catedrales. Problema que los párrocos suelen remediar perimetrando cada hueco del techo, con una amplia red de alambres de púas bien punzantes para que nunca puedan formar sus nidos dentro de la propiedad privada denominada “Casa del Señor”.

Tal vez eso quieran demostrar... sirven de ejemplo para que podamos percibir el mismo reflejo de un espejo que tiene dos caras; y que al mismo tiempo, alternan contraposiciones como: maldad y benevolencia, libertad y territorialidad, naturaleza y cielo contra el hormigón y el smog gris.

Si embargo ellas permanecen en nuestro lugar, con total actitud de indiferencia, y parece que cada vez tienen menos problemas para cagarnos sobre nuestras cabezas.

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